A veces el destino, o el azar, nos depara una sorpresa que nos gratifica. Para alguien que vive entre la Juan B. Justo y Canning, ir al centro sólo puede significar una obligación, un trámite, un pago. Tuve la felicidad de doblar por Talcahuano en un taxi hacia Corrientes e inesperadamente LO VI. ¿“Y eso?”, exclamé. “Vió, no se puede creer”, me dijo el taxista. Extraordinario, nunca vi algo así en ningun parte del mundo, y he viajado bastante, el coloso forrado de rosa, nuestro obelisco vestido de latex con el rollo en su tronco y el pompón en la punta. Nuestro monumento transformado, no puedo decir en qué, me falta el coraje de escribirlo y temo que el editor me ponga reparos, pero en realidad sí, es una gran, bueno, no, es una gran p…pero no se dice, no tengo más remedio que usar una palabra arqueológica y evocar a los egipcios: falo, un gran falo. Palabra faraónica, piramidal, monumento primitivo en honor a dioses de la fertilidad, y, también, significante lacaniano. Pero no, entre nosotros no es un falo, ya sabemos, es la gran, la más grande, en la más ancha, un golazo! del gobierno de la ciudad en crisis.
Se discute mucho acerca del significado de la palabra cultura. Sociólogos de nota dicen que la cultura en sentido estricto son las obras de arte, y, en sentido amplio, el quehacer humano en general. ¿ Y ahora? ¿ En sentido ancho? Quiero decir, tengo una duda: ¿ a qué secretaría pertenece este genial invento? ¿ Salud? ¿Cultura?
Hemos superado la fantasía más delirante que pudo habérsele ocurrido a Marta Minujin, esto es más que decenas de di Tellas sumados, ni el Gordo Peralta Ramos ni toda la década del glamour sesentista lo habría imaginado, por supuesto que no es para reirse, hay que ser edificante, es por el Sida, es por la causa, lo dijo el Pupi Zanetti hablando con Fantino por la radio Mega que sponsoreó la instalación, lo dijo Sandra Mihanovich por la misma radio, que Buenos Aires hace el amor de un modo imponente, lo digo yo, que es una gran p..., bueno, eso.
Alrededor del Obelisco, del ex obelisco, los autos estaban embotellados, se dejaban los volantes y le sacaban fotos con celulares, los manubrios caían a un costado, los turistas se olvidaban por un momento de Aerolíneas, el taxista quiso disimular su admiración y me dijo lo esperable: que lo pusieron para que nos acordemos lo que los políticos nos meten cada día, le recordé que al menos era con forro, luego le sacó una foto.
Los hindués le dicen lingam al asunto y yoni al aro receptor, nosotros no, ni se nos ocurriría, no vivimos en el Infiniy Chanel, nos educó el Negro Olmedo que debe haber sido el mentor intelectual de nuestro nuevo monumento. No debemos olvidarnos del 1 de diciembre del 2005, y no porque sea el día internacional del Sida, sino porque fue el día en que la ciudad hizo de la guaranguería una fiesta del espíritu, un chiste límite se levantó en el lugar en que fue fundada la ciudad. El verdadero símbolo del porteño compadrito y machón se mostró en toda su majestad, y la gente quedó consternada, no digo dolida.
No lo dejaron más de un día, ha sido una visión fugaz, como la aparición de un ovni. Pero habrá que ver qué diran Tinelli, Repetto y asociados, de nuestro caballo de Troya en toda su extensión, ellos que nos ofrecen cada día las vestales en carne viva y gomosa para alegría y estímulo de nuestros obelisquitos. Qué lástima que no esté el Negro Olmedo para festejar el día de la Gran Erección.
Habrá quien aproveche la oportunidad de recorrer y comparar los comentarios de los comunicadores frente al evento, las composiciones de lugar, las descomposiciones morales, la extrema urgencia de pasar por alto el milagro, el cancherismo del que le parece una pendejada, las chiquilinadas risueñas, sobre esta feliz ocasión en que el mano santa desde allá arriba nos hizo el gran chiste – el de mostranos las verdaderas Tablas de la Ley - que, espero, sepamos disfrutar.
( 2005)