1989 - LOS SENDEROS DE FOUCAULT |
2000 - LA EMPRESA DE VIVIR Comentario Tomás Abraham inicia una pesquisa filosófica y no se detiene ante las impugnaciones que dictan "el buen gusto" y la conveniencia (la que esconde las contradicciones para simular seriedad y rigor intelectual). Nada lo detiene. Observa, analiza, compulsa. Sus preguntas no interrogan esas zonas del discurso para las cuales se han inventado ya benévolas excusas, sino las otras, las peligrosas. Desde 1989, reflexiona Abraham, el factor económico es la clave que permite descifrar los anhelos y las frustraciones de la sociedad. ¿Por qué? Porque el factor económico no se reduce a la economía, no se limita a la producción y a la distribución de riquezas sino que acusa la visible emergencia de nuevas formas de vida. El factor económico revela el diagrama de las mutaciones culturales. En este ensayo filosófico en el que coexisten una cantidad asombrosa de estilos y tonos, el autor analiza y discute la empresa como nuevo monumento cultural, la demonización del Estado, las batallas ético-políticas entre intelectuales y economistas culturales, la tarea de los expertos en calidad de vida y su función en una nueva sociedad terapéutica. De las historias de vida de los archimillonarios al encuadre histórico de la ideología empresarial, de "la puesta en sorna" (con el mayor respeto) de la literatura de autoayuda a la meditación sobre la moral y el dolor en los campos de exterminio, La empresa de vivir, como los libros anteriores del autor, traza una línea osada y firme e incorpora al pensamiento argentino una nueva manera de hacer las cosas. Una nueva manera capaz de abrir discusiones aparentemente concluidas o censuradas, de expandir los efectos de un conflicto intelectual hacia áreas desprestigiadas o ignoradas, de inaugurar una pasión para abolir la ironía autoindulgente y los entredichos ufanos. Porque logra transformar el malestar en un problema y la dificultad y el obstáculo en una interrogación crítica, La empresa de vivir es un libro decisivo. Y algo más, algo que merece nuestra gratitud, o por lo menos nuestra atención, porque ese libro decisivo e importante es también una investigación donde la busca de la verdad no renuncia al humor y se permite reír y hacernos reír. |
1989 - FOUCAULT Y LA ÉTICA [ Retirar la versión completa ] |
2001 - PENSAMIENTO RÁPIDO
Pensamiento rápido es un registro idóneo y vertiginoso, voraz y continuo de diversas -y muchas veces contradictorias- versiones de la realidad. Como en todos sus libros anteriores, Tomás Abraham pone en aprieto supuestos y convenciones de la filosofía y de otras disciplinas afines y no tanto. En este, sin embargo, más que nunca, desafía cualquier limitación o tiranía de los generos y arma un sistema de ataque a los temas que la permanencia parece expulsar y la actualidad disimular. Mezcla brusca y agilísima de un periodismo y ensayismo de sus modalidades más dignas, aguda percepción de los hechos a la velocidad de zaping, asimilación tan apta para la certeza profética como para la admisión del error, Tomás Abraham se muestra en pensamiento rápido en dos vertientes: el cazador de costumbres y el ensayista negro. En la primera, la sociedad argentina se compone y descompone en escenarios en los que se despliegan sus habilidades políticos, economistas, psiquiatras de la más rara especie y distinguidos miembros de la pastoral nacional. El decorado mediático es un ámbito privilegiado. En el ensayo negro, Tomás Abraham narra las ideas y las inscribe en una historia o en una vida. La visión de Gombrowicz sobre el aburrimiento como estrategia para des-enamorarse; el peso de la literatura de Albert Camus en un joven que tiene riesgos de tabaquismo luego de leer El extranjero; los cruces entre Deleuze y Foucault; la epopeya religiosa del navegante Vito Dumas o los recorridos de Regis Debray, le sirven para rechazar lo evasivo o lo obvio de la crítica culturalmente correcta. A la perpestiva imprevisible, directa -y a veces violentaque el autor de Pensamiento rápido adopta en estos artículos escritos en su mayoría cuando el acontecimiento aún estaba caliente, hay que agregar otros antídotos de la solemnidad y la circunspección: el humor y la ironía. Gracias a estos, Tomás Abraham crea un contexto de vivacidad y potencia, que acepta lo banal y efímero como ingredientes, en un medio de falsa profundidad y trascendencia habitado a menudo por la nostalgia y la queja. |
1992 - LA GUERRA DEL AMOR [ Retirar la versión completa ] |
2001 - TENSIONES FILOSÓFICAS TENSIONES FILOSOFICAS 2001
Comentario
Se piensa contra alguien. Las ideas no sobrevuelan un espacio de libertad. Una nueva idea, una palabra lanzada al mundo, debe atravesar un muro. Es el muro del pensar de otro. En este libro se muestra el modo en que un Otro sella, marca y tensa las intenciones creadoras. Por eso presentamos una serie de múltiples combates. Tensiones filosóficas captura la inquietud y la vibración de dos fuerzas (no siempre solidarias, no siempre opuestas) en la aventura del pensar. Los binomios, las "parejas" que los distintos ensayistas de este libro han elegido proceden de distintos escenarios y saberes -el arte, la filosofía, la historia- y constituyen un elenco representativo de personajes -Dalí, Sarmiento, Foucault, Armando Discépolo, Bernini, Mahler, Goddard, Freud, Osho- que encuentran en el otro convocado -García Lorca, Quiroga, Derrida, Enrique Santos Discépolo, Borromini, Schoenberg, Truffaut, Rank, Heidegger- una respuesta acorde o contradictoria, una resonancia oportuna o un silencio indescifrable pero doloroso, un eco lejano e inmediato. Excepto el caso extremo, Pessoa, ya que el poeta portugués, que era tantos, sabía que su escacez o su demasía de ser, en la contienda de la pluralidad, reclamaba otro idéntico y distinto, un heterónimo. Este libro apasionante reúne los trabajos de uno de los seminarios que hace diecisiete años coordina Tomás Abraham Prólogo: La tensión indica que un pensamiento se dirige hacia un afuera de sí. Pero también que ese afuera lo lleva en su matriz. Esta vibración o este alboroto, la inquietud, es el nervio de la idea. El otro de un pensamiento es otro pensamiento. La tensión es juego y desafío, está en los orígenes mismos de la filosofía. La dialéctica platónica tenía una base polémica, una batalla oral en la que la destreza argumentativa enlazaba y separaba a los contendientes. Pero más allá de todas las ocasiones en que la enunciación filosófica se dirige a otro – ya sea bajo las formas de consejos, cartas, diatribas, comentarios de lectura, exégesis, refutaciones, sarcamos y parodias – es recomendable hacerle a un texto la siguiente pregunta: ¿contra quién? Los discursos culturales, aquellos que tienen que ver con las acciones y con los valores de los hombres, se despliegan sobre un fondo polémico. Por supuesto hay filósofos y pensadores que parecen ambular por el mundo de un modo contemplativo y agradecido. Estilos de una sobria elegancia en el que el portador sólo quiere decir lo que le dicta su mente y dejarlo en el mundo como quien arroja unas semillas. No son perros rabiosos, tienen la grandeza de los árboles que dejan caer el rocío. Hay otro estilo de pensador que al revés de los árboles y de las variantes de la majestuosidad, se sienten pequeños, chiquitos, no más que roedores, animales temerosos y huidizos que se escabullen ante el menor ruido. Sólo piden realizar su tarea y evitan enjuiciar la labor de los otros. Foucault decía que no le interesaban las polémicas. A Deleuze le parecía una pérdida de tiempo, un género degradado del pensar. Es cierto que un libro como El AntiEdipo- capitalismo y esquizofrenia parece diseñado como una `máquina de guerra´contra el lacanismo, pero Deleuze que no ahorraba disparos contra adversarios teóricos, no creía en el cara a cara o en el frente a frente de las controversias públicas. Y viene bien esta diferenciación porque una tensión entre pensamientos no es una discusión. Puede atravesar zonas de discusión directa, pero no necesariamente lo hace. Por el contrario, las discusiones parecen realmente aplanar la tensión, más aún, es como si la discusión apareciese en zonas no tensas. En las discusiones se defienden posiciones, se juega el amor propio, lanzamos humores agrios cuando nos contradicen, se erigen batallas en las que el triunfo se sella con el silencio del otro. Hablamos demasiado. Un ejemplo de esto último fue la polémica entre George Steiner y Michel Foucault en defensa y ataque de Las palabras y las cosas, un entuerto en el que Steiner rebajaba a Foucault y éste se mofaba de la pretendida autoridad de Steiner. Hay muchas discusiones como esa, en las que lo que se disputa son los galardones. Una tensión es el plasma inmanente de una identidad. El trazado de nuestra individualidad se orienta según otra presencia, o, según otra ausencia. El modelado de las caras, la fijación de ciertos gestos, el tono de las voces, la caída y el brillo de las miradas, la lentitud o la precipitación de los movimientos, la construcción de un cuerpo se diagrama en un campo de fuerzas, así también los textos. El primer número - setiembre de 1992 - de una revista que inventé junto a Christian Ferrer, la CAJA, se llamó Tensiones. Años antes, un artículo publicado en agosto de 1983, en el suplemento cultural de un diario, Tiempo Argentino, se llama Sartre vs Bataille, la descripción de un combate entre un ensayista mártir - como lo llamaba su adversario - y un fenomenólogo anarquista quien, según Bataille, no sabía reir. Me interesaba de esta tensión el escenario en el que se había desplegado: la ocupación nazi. Hace años que voy rondando el encuentro entre el poeta Antonin Artaud y el editor Jacques Rivière, una lucha en la que la locura del primero y la cordura del segundo se disputan el cetro de la expresión. Me he dedicado, además, en un trabajo inconcluso, a montar una escena tensa entre Fernando Fader y Federico Müller, su marchand, un llamativa tensión entre un creador y su administrador. En aquel primer número de la revista, la tensión que me tocó describir fue la planteada entre Witold Gombrowicz y Bruno Schulz. Un intercambio de cartas en las que Gombrowiz iniciaba su duelo de personalidades ante el `suave Schulz´. Presenté en la misma ocasión otra tensión, una imaginaria y construída entre John Cassavettes y Gena Rowlands. La fuerza que emana de ambos, la intensidad de sus miradas, la honestidad y la simple faz de sus palabras, la controlada locura entre la actriz que ama demasiado en A women under the influence y el actor que no puede amar en Love Streams, y los dos agarrándose y soltándose en Opening Night, nos muestra la tensión de un matrimonio imposible pero real. Fue por eso, por este tema que me era insistente, que propuse al grupo de los jueves dedicar el seminario de 1998 al tema de las tensiones. A diferencia del seminario del año anterior,Vidas Filosóficas, esta vez sugerí que las tensiones no fueran necesariamente entre filósofos sino entre quienes habían expresado ideas en todas las formas posibles. Visuales, sonoras, gráficas. También propuse que la tensión no siempre debía ser real, podíamos llegar a inventarla. Esta última tentativa es la que parece leerse en el trabajo de Marcelo Pompei, ya que el viaje de Dante al infierno es una creación del propio Dante, de la que Farinata nada sabe porque el Farinata que aparece es el de una ficción dantesca y no el personaje histórico. Sin embargo, Pompei narra el encuentro entre ambos y se centra en el tema del miedo de Dante y el respeto que le produce aquel condenado. Su modelo es el duelo. No podemos saber cuál es el modelo de combate que se entabla entre Erasmo y Lutero y que presenta Miguel Rossi, pero se trata de un humanista del renacimiento que pondera al hombre y sus atributos, y el cismático que lo hace pequeñito. Lo curioso será que el jibarizador del humanismo, el culpabilizador, haya sentado las bases de una concepción del mundo en la que el pequeño hombre multiplicará sus poderes terrenales. Ya Nietzsche nos ha hablado sobre la fuerza carnal del ascetismo. Leonardo Sacco también construye su tensión al hacer converger a dos pensadores, uno estrictamente filosófico - Heidegger - y otro religioso - Osho - , en la senda común que ha dejado Nietzsche. Basta pulsar la lengua meditada y lenta de Heidegger junto al ritmo enfático de Osho, para estar en presencia del modo imprevisto en que se cruzan las llamadas tradiciones de oriente y occidente. Ni Heidegger parece tan occidental ni Osho muy oriental. El cuerpo textual que se tiende entre ambos es el de Zaratustra. Algo similar parece ocurrir con la tensión propuesta por Alfredo Siedl entre una obra de Michel Tournier y la clásica de Daniel Defoe, convergen en la historia de Robinson Crusoe. El Robinson del trabajo y el del deseo se encuentran en aquella isla perdida, y los Viernes que les corresponden también oscilan entre la sumisión de uno y la inasibilidad del otro. Hay tensiones que significaron al mismo tiempo un cruce de cuerpos, es el caso de Oscar Wilde y el jóven Douglas tal como lo describe en este libro Juan Zrodek. El grande y el joven, el talento y la belleza, la desolación y la traición, todo el escarnio del que podía hacer gala Wilde se moja, se encoge y deja de hablar. La aristocracia programa su venganza contra un aristócrata de salón pero sin linaje, el dandy tendrá su merecido. Otros cruces son de lealtades como el de Heidegger con su maestro Husserl. lealtades y traiciones, como evoca E.Oswald. Las veinticuatro tensiones que ahora comienzan provienen de sitios diferentes, tanto como la inspiración le dictó a sus creadores. La tensión entre civilización y barbarie que compone Hebe Uhart, o la de Sarmiento con Facundo de Mónica Cabrera nos traen dos columnas sobre las que se sostiene nuestra historia. Sus dos rostros legendarios atraviesan el espacio de tensión en el que a veces la ironía de la mirada disuelve el enfrentamiento, o una mirada triste expone algo de su inevitabilidad. La persona de Dalí se desplaza por dos tensiones. Una invita a García Lorca y la otra a André Breton. En ambas Dalí es solista. Breton es silencio, Lorca apenas unas palabras. Aparecen tensiones explícitas de la historia de la filosofía, como la de Voltaire y Rousseau, Abelardo y San Bernardo, o la de Goethe-Schiller, y la nunca suficientemente bien ponderada y recordada entre Sartre y Camus. Goethe y Schiller exhiben la tensión entre el joven talento y un otro ya consagrado, de modo análogo se presentan Malher y Shöenberg en el trabajo de Silvia Rivera. También, aventura menos conocida, los vericuetos teóricos y otros menos confesables entre Max Weber y el joven Lukacs. Hay duos que son tríos como los que describe Lucy D’Asuncao entre Frida Kahlo, Trotzky y Diego Rivera. Y si de familias se trata aquí también aparece la tensión de los Discépolo, cuya historia narra Graciela Torrecillas. Otras tensiones nos muestran el encanto de un Francois Truffault de bajo perfil frente a un irreverente y nervioso Goddard. O el juego de envidias y bellezas entre Bernini y Borromini en la constitución del barroco tal como lo señala e ilustra Rodrigo Amuchástegui. Presentamos también las aventuras dolorosas de Rank frente al coloso de Freud, y los laberintos argumentales en el que lo personal se empasta de erudición entre el maestro Foucault y el aspirante Derrida. Nuevamente Gombrowicz, lo que es decir Rússovich, su mejor lector, dando una nueva versión del combate de personalidades y talentos entre el noble polaco y Bruno Schulz. Y, finalmente, Pessoa, que es uno solo, y muchos, una tira de poetas inconmensurables que se reunen, se despiden, discuten, o se ignoran, en el escenario sin bordes de lo que lo fue su dramatología personal, es decir pessoal. Quizás el lector al leer este libro considere que algunas tensiones son inmanentes y otras demasiado exteriores, o se diga que cómo es posible que nos hayamos olvidado de tal o cual tensión, bien, yo diría, que si esto sucede, si nos ha descubierto incompletos o fisurados, no sólo ha entendido nuestro intento, sino que le ha dado sentido. Es este un nuevo trabajo del Seminario de los Jueves, una reunión de amigos de la filosofía, filósofos por oficio o afición, que se reunen entre vinos y libros hace 17 años. Salud! Tomás Abraham
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1994 - HISTORIAS DE LA ARGENTINA DESEADA HISTORIAS DE LA ARGENTINA DESEADA
Comentario
La idea de una continuidad cultural de los argentinos a través de sus avatares políticos propone, entre otras, la noción de microfascismo argentino. No es para asustarse, no es cuestión de cazar brujas ni de golpearse el pecho en un sonado lamento. Se trata sólo de interrogar a la Argentina deseada. ¿O acaso podemos negar que Perón fue amado: que la libertadora llenó plazas con un público feliz: que Onganía asumió el mando con el beneplácito de la comunidad: que las acciones guerrilleras del '70 recibieron aprobación de grandes sectores de las clases acomodadas; que el regreso del líder fue aclamado: que a Videla lo coronó el suspiro de alivio de millones de argentinos: que Galtieri encontró eco durante sus sangrientas maniobras para perpetuarse en el poder; que Alfonsín fue votado por la mayoría de los argentinos y que el menemismo gobierna con repetido consenso? Gestas inconclusas o fracasadas que nos han hecho a la medida de esos deseos, de esos recuerdos, de su memoria. ¿Cual es el país que las clases dirigentes -apoyadas por nosotros- quisieron hacer? Tomás Abraham describe y narra en este libro el lado oscuro de la Argentina: la caza de hippies en la brillante década del sesenta, la cruzada moral de la izquierda en tiempos de Frondizi, la polémica sobre el gaucho a fines del cuarenta, la trayectoria de formadores de opinión como Mariano Grondona. Articula así un relato infrecuente en la plácida atmósfera intelectual que simula indignación por temor a argumentar. Deja emerger además una historia personal -cifrada, por muchos motivos, en el año 48- que involucra, a través de las múltiples ficciones colectivas. la clave ética de un discurso insoslayable. El libro es un ensayo narrado sobre las estrategias cotidianas y las elaboraciones de alto vuelo con que se quiso conjurar el peligro que acechó y sigue acechando la pureza de la gran familia argentina. |
2002 - SITUACIONES POSTALES SITUACIONES POSTALES
Comentario
Este libro es un díptico. Las amistades de las que se habla transmiten la energía de la vida. Tiene su secreto, sus tensiones, arrepentimientos y, además, sus argumentos. En la primera parte, El desprecio de Nabokov y la madre de Wilson, se desarrolla un duelo de titanes, pero no es con Mifune y Lee Marvin sino entre Vladimir Nabokov y Edmund Wilson. Este duelo tiene que ver con los límites de la ficción. ¿Qué tipos de inventos son creíbles en nuestros días? ¿Qué tipo de hibridez se da entre un despliegue teórico y la magia creativa? La traducción de un libro de Pushkin fue el punto final de esta sólida y tensa amistad. Nabokov se puso tan serio que terminó en un delirio. Wilson quiso ser demasiado encantador, y llegó a ser opaco y aburrido. Esa primera parte es un ensayo respetuoso. No así la segunda, Conversando con mis tías, un ensayo enamorado. Es la historia del amor de un sobrino con dos tías maravillosas, por lo bellas e inteligentes, Mary McCarthy y Hannah Arendt que, el autor afirma, fueron sus tías y, además, muy amigas entre ellas: "Sus vidas y obras, sus cruces -que a veces hacen intersección con la historia anterior- dibujan una flor, es la que me hubiera gustado regalarles. De hecho, se la estoy regalando". El ensayo filosófico es un género sin identidad. Contar una historia con personajes e ideas, anécdotas y teorías, biografías y pensamientos, no es algo impersonal. El autor está involucrado en el asunto, tanto como puede estarlo un discípulo de Nabokov y Wilson y un sobrino de Mary y Hannah. Tomás Abraham, filósofo argentino nacido en Rumania y graduado en Francia. Profesor de filosofía en la Universidad de Buenos Aires. Ha publicado quince libros, sobre temas de pensamiento, entre ellos Los senderos de Foucault y El último oficio de Nietzsche. Fundó una escuela de filosofía, inventó una revista de Ensayo Negro: La Caja, dirige el Seminario de los jueves, escribe en diarios, revistas y habla en los medios sobre la actualidad política argentina. |
1995 - BATALLAS ETICAS BATALLAS ETICAS
Comentario
La ética es un discurso saturado. Todo el mundo habla de ética, se la regala con creces. Los filósofos están de parabienes porque se ha puesto de moda que las empresas tengan consultores de ética. Los académicos se apropian de materias que se glorifican con su nombre. Los ciudadanos reclaman mayor eticidad de sus gobernantes. Los medios de comunicación enjuician, denuncian y se indignan ante la falta de ética de los políticos. Los avances científicos también se calibran en términos de ética. Este libro también habla de ética, de una ética como campo de enfrentamiento, discurso imposible, circuito de tensiones. |
[ Retirar la versión completa ] PENSADORES BAJOS
Comentario
Pensadores bajos Algo bajo es algo vil, bajo es diminuto, petiso, un pensador bajo puede ser petiso y despreciable, por lo que aquí tratados: Foucault, Sartre, Deleuze, serían depositarios de estos rasgos psicofísicos. Un pensador bajo es un tipo petiso y execrable que medita alguna calamidad asquerosa. Pero no es así. Un pensador bajo pertenece a la tradición de la bajeza filosófica. Es una vieja costumbre encontrar una razón para dividir a la filosofía en partes, ramas, tendencias, escuelas, nosotros hacemos lo mismo. Mi propuesta es escueta. Hay dos tipos de pensadores: Los altos y los bajos. Los altos vuelan, los bajos no. Pero algo hacen, daré unos pocos indicios descriptivos de este menester. |
1996 - EL ULTIMO OFICIO DE NIETZSCHE Ver ComentarioEL ÚLTIMO OFICIO DE NIETZCHE
Comentario
Un oficio es un modo de pensar la vida, y Nietzsche fue un filósofo con varios oficios. Este libro circular y bicéfalo expone el fracaso del primer oficio de Nietzsche y el desencadenamiento de los que siguieron, hasta llegar al último, el oficio secreto, y volver así al testimonio del primero. En la primera parte, el ensayo de Tomás Abraham traza el diagrama de los oficios en relación con los amores de Nietzsche, que fueron poco cruciales. La presencia diabólica de Wagner - su pater serficus -, la de Lou Andreas-Salomé, que lo rechazó y comprendió con inteligencia piadosa y distante, la de Paul Rée, que lo liberó de su pasión pastoral: todos estos amores atravesaron su obra. El autor dedica especial atención al amor más importante de todos, porque fue depredatorio e histórico: el se su hermana. En la segunda parte se editan en su totalidad los artículos de combate en torno a El nacimiento de la tragedia, el libro que dividió las aguas de los oficios.
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2003 - EL ÚLTIMO FOUCAULT EL ÚLTIMO FOUCAULT 2003
Comentario
Foucault muere en junio de 1984. Durante el año 1983 dicta su último curso en París en el Collége de France y en Berkeley, EE.UU. Se trata de un nuevo modo en que el sujeto se relaciona con la verdad. Lo llama parresía y la traducción aproximada es franqueza. Es un hablar abierto, sin adornos, antirretórico, en el que el hablante se expresa en una situación de riesgo frente a un poder. Sus interlocutores ocupan un poder jerárquico superior a él y sus dichos desafían esa posición.
Prólogo.
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1997 - LA ALDEA LOCAL
LA ALDEA LOCAL
Comentario
Tomás Abraham filósofo y televidente, acepta un desafío simple: el de pensar libre y desprejuiciadamente los programas, los personajes y las noticias de la televisión. |
2004 - FRICCIONES FRICCIONES
Comentario
Fricciones, sí, fricciones de ideas, conductas, estados de ánimo contra otras conductas, ideas, estados de ánimo. ¿Contra? Sí, es necesario, en una tranquila o anestesiada meseta, contraponer motivos, inventar nuevas ficciones, poner obstáculos a una voluntad homogénea y estentórea de imponer sus dictados. En tres ensayos de temas diversos, Tomás Abraham argumenta y discute cuestiones alejadas de las trampas de conformidad habituales en la cultura argentina. El primer ensayo, "Los polacos", absorbe y desarrolla el efecto de la cultura polaca en la Argentina, desde la perspectiva de una Polonia mítica, idealizada -la que Gombrowicz les cuenta a sus discípulos y seguidores-, hasta los avatares de una cultura judía, real y aniquilada, en una Polonia ilustrada por la epopeya de los hermanos Singer y el arribo a nuestro país del genial ajedrecista Najdorf y el escritor Simja Sneh. Entre ambos recorridos, las tragedias de dos artistas: Bruno Schulz e Ignacy S. Witkiewicz. En "Aira y Piglia", Tomás Abraham describe y explica dos comportamientos muy diferentes en la narrativa y la cosmética literaria argentina. La profusa obra de Aira, su estética programática y práctica analizada sobre la base de sus miniteorías, poco parece tener en común con la de otro árbitro de la cultura argentina, Ricardo Piglia, quien, a partir de unas cuantas ideas de prestigio progresista, ha anunciado una literatura de la sobriedad y de la resistencia. El tercer ensayo, "El agujero de cristal", opone a Riviére y Artaud. Dos concepciones muy distintas del arte. El primero, editor, parece encarnar todos los principios racionalistas franceses, de Descartes a Valéry; el último, todas las rebeliones, todos los irracionalismos, todas las conspiraciones. Sin embargo, y a partir de un sutilísimo hilo conductor, Abraham logra deponer e invertir estas convenciones y lo que aparece ante nuestros atónitos ojos de lectores es una inversión perfecta: Artaud, un racionalista a ultranza, a cualquier precio, y Riviére un cuerdo meramente retórico, convertido, a partir de sus fantasías adúlteras reprimidas, en un loco de atar. |
1999 - VIDAS FILOSÓFICAS
Comentario Una vida filosófica implica una disciplina, disciplina que también exige una vida de artista o la vida de un santo. Una vida filosófica no es la distinguida vida de los filósofos, porque los filósofos no tienen ni más ni menos vida que cualquier ser mortal. La vida de un filósofo no es una vida especial. La condición de filósofo no exime de ninguna de las vulgaridades de la más común de las existencias terrestres. La filosofía es una meditación sobre la vida. Meditación es mirada, contemplación; modelo visual que compone la percepción con la inteligencia y la memoria. La meditación filosófica es una mirada a la condición humana. Cuando se dice vida se dice condición humana, porque es desde esta única condición que se medita sobre lo inmediato y lo más lejano. El universo del que hablan los filósofos es el que aparece para la posición, el ángulo y la mirada del hombre. El hombre es, entonces, un elemento de los sistemas vivientes del que depende la filosofía. PRESENTACION
1- Una vida filosófica implica una disciplina, disciplina que también exige una vida de artista o la vida de un santo. Una vida filosófica no es la distinguida vida de los filósofos, porque los filósofos no tienen ni más ni menos vida que cualquier ser mortal. La vida de un filósofo no es una vida especial. La condición de filósofo no exime de ninguna de las vulgaridades de la más común de las existencias terrestres. La filosofía es una meditación sobre la vida. Meditación es mirada, contemplación; modelo visual que compone la percepción con la inteligencia y la memoria. La meditación filo sófica es una mirada a la condición humana. Cuando se dice vida se dice condición humana, porque es desde esta única condición que se medita sobre lo inmediato y lo más lejano. El universo del que hablan los filósofos es el que aparece para la posición, el ángulo y la mirada del hombre. El hombre es, entonces, un elemento de los sistemas vivientes del que depende la filosofía. Vale decirlo: la filosofía es una invención humana, y depende de los límites de la posibilidad humana. Un filóso fo no tiene ninguna relación con un más allá, ni con el núcleo central del mundo de los mundos. El conocimiento de la totalidad no es una operatoria filosófica sino un sueño teosófico. Filosofar es plantear la condición humana desde su radicalidad. La raiz indica despojamiento, es raiz por su desnudez, pero no es raíz de origen, ni de algún punto cero de una historia posible. La raíz no es la génesis de una historia sacra o ejemplar sino la figura más común de la Verdad filosófica, botín no atesorable. Todo origen se pretende espiritual, supone la inmaterialidad.La dimensión de esta inmaterialidad es expresada en el mito, la religión, y en los variados dispositivos consoladores. Pero no digo opio del pueblo, porque decir consuelo, no implica necesariamente una actitud despreciativa al que lo practica. Consolar es amar; cuando se dice que el consuelo - en el sentido filosófico del término- es el momento final de toda visión comprensiva, de toda sabiduría, entonces no sólo se pretende compensar el dolor. La filosofía no puede ser sólo un antídoto del dolor de existir, no lo es porque falla por la fisura de su fe. Creer, para un filósofo, es una coordenada de la acción, no un sistema autoafirmativo y excluyente de adhesión. Creer - desde la filosofía - se da por añadidura o por elección. La creencia es un rezago o una voluntad, pero jamás establece ni impone la realidad de lo creído. Si la filosofía es consuelo, lo es porque inquiere sobre el dolor de vivir; toda vida tiene un rostro doliente, y la filosofía medita sobre él. El filósofo es un hombre dolido, dice Fernando Pessoa. Pero la filosofía no es sólo consuelo ya que transforma un malestar en un ejercicio, es decir un juego, entendido como tensión entre el propósito de controlar y el deseo de perderse. Es, además, una práctica, meditación material, porque debe ser dicha. De aquí que la filosofía no tenga origen sino historia. La filosofía es una huella simbólica en la historia de las materialidades. La filosofía difícilmente disuelve el dolor en el universal de la creación. La filosofía no es una práctica mística, ni es entrega de lo propio al Todo. Sólo hay filosofía desde el yo, desde la miseria y el vigor del yo. La tradición le destinó al filósofo el ser hijo del asombro de que haya Ser. Este asombro parece un efecto estético. Aristóteles ubica al filósofo contemplando la bóveda celes te, su inmensidad y belleza. No había otro modo de imagi narse el Cosmos. El hombre era un microcosmos privilegiado. Pero el Ser no está en las alturas ni brilla; es el umbral de lo existente, el residuo de la constatación de que hay algo más bien que nada.¿Por qué hay?, es la pregunta no sustantiva.¿Por qué esta pregunta se construye con una gramática de puro verbo? ¿Qué forma darle a un absoluto intransitivo? La filosofía nace con la pregunta metafísica del porqué algo más bien que la nada y contra la evidencia de que las cosas son, fueron, y serán así. Para el filósofo las cosas no son así; son así y de otra manera. La filosofía también se yergue contra la obsesión de que no hay tiempo que perder. El filósofo necesita de al menos algún tiempo que perder, el tiempo del verbo, porque si nó no hay pregunta ni proposiciones. Esto es lo que comunmente se llama inutilidad de la filosofía y convocó el desprecio de los cultores de la acción heroica, por un lado, y de la mentalidad practicida por el otro. Filósofos contra guerre ros y contadores. El tiempo del preguntar hace que la filosofía no se defina exclusivamente por su practicidad o eficacia. Preguntar es producir un espacio de problemas. El momento de la teoría es un momento de paréntesis, pero no necesariamente de justicia. El preguntar filosófico no lo convierte al filó sofo en un ciudadano del mundo prohijado por la razón. La racionalidad democrática es una utopía tardía. El filósofo no enuncia las preguntas por tener una actitud edificante, abierta, plural, antidogmática y progresiva. Si de moderni dad se trata, tanto vale la modernidad escéptica; la que reconoce la fragilidad y la humildad de la pregunta, y la soberbia de esa misma humildad. El filósofo tiene sus tentaciones. Una de ellas es la de querer comprender el misterio de la muerte. Existe una imagen de la muerte sabia. Deseamos una muerte importante. En el momento de morir, nos imaginamos que el hombre recibe una última visión sintética de su vida, que se comprende a sí mismo, se abre su memoria, todo tiene senti do, y se une al Logos mientras deposita su última sonrisa. Tenemos la esperanza de dar nuestra aprobación a la vida antes de morir. Pero la muerte es estúpida, es ésta una verdad que el filósofo puede interrogar. La mayoría de los hombres tiene una muerte estúpida. Camus definía a este sin sentido con la palabra absurdo, erigido en concepto de una filosofía existencial. La gente muere en los subtes, en los hospitales, en sus casas, en la calle, muere después de cenar, en accidentes de tránsito, en las guerras, golpeada por síncopes, por prolongadas enfermedades que insumen toda su capacidad económica y física. Se muere sin preaviso o con resignación. Uno de nuestros compañeros de seminario, y amigo personal, Guillermo Murgo, agonizaba de sida en una sala del hospital Muñiz. En una de mis últimas visitas, quise llevarle un regalo significativo, tan significativo como su agonía. Un obsequio que ahorrara las palabras, sobre todo para mi, que no tenía ninguna, ante el horror de la escena. Un regalo que, como una sobreimpresión cómica, fuera de esos obse quios que uno imagina recibir cuando le preguntan qué se llevaría a una isla desierta, en este caso era el desierto final. Le llevé un libro de poemas de la poeta por él amada: Olga Orozco. Era un regalo con sentido, una compañía para abrazar y tener en esos momentos. Se lo entregué y lo miró sin comentarios, lo dejó a su lado sobre la sábana. Le dijo algo a alguien que también lo visitaba, y después de un rato de penurias, en el que me dediqué a hojear una revista de espectáculos, me pidió que me fuera, que no podía más de cansancio. Y al levantarme, me pidió también que me llevara el libro, no tenía lugar, me dijo señalando la mesa de luz. Remedios, antibióticos, algodón. No tenía lugar en donde poner el libro. Me puso ojos de incrédulo por no haberme dado cuenta de tan obvia evidencia. Así se presenta la poesía frente a la muerte; un objeto molesto e inadecuado, casi ridículo; algo que ocupa lugar, y que está fuera de lugar. A Guillermo Murgo la poesía - aún la que habla de la muerte - lo ayudó a vivir, pero no a morir. Hablamos de la salvación poética,¿pero qué pasa con la filosófica? Posiblemente nos ayude a vivir, pero,¿nos ayudará a morir? ¿Y cómo lo hará? ¿Seremos los aficionados a la filosofía los protagonistas de una escena más tragicó mica aún; un último acto en el que intentamos acompañar nuestra desvalidez con los pesados tomos de nuestros filó sofos favoritos? Con nuestros lápices subrayadores, las fichas bibliográficas, nuestros anteojos de lectura, la lámpara de luz, y todos los artefactos habituales con los que efectuamos nuestra labor para así acompañarnos con un modesto cofre faraónico? La modestia de nuestro andamiaje laboral, ¿no se convertirá en un lujo excesivo e incómodo para morir? Detalles prácticos que indican que la filoso fía,la divina consoladora, necesita de variadas prótesis para ser ejercida. Por eso es material, por eso es consola dora para el vivir, por eso es inocua para el morir. ¿Qué es una vida filosófica?, nos preguntamos ahora , luego de discurrir sobre la vida y la filosofía. Una vida filosófica es una vida que necesita de la filosofía para vivir. Por eso la vida filosófica no es la vida de un filósofo, ni la relación entre su vida y su obra, ni la de su vida y su obra con su época, sino la relación entre su vida y la filosofía que necesita para vivir . Nietzsche ha sido uno de los pocos filósofos - pero no el único - que ha hecho explícita esta relación. Cuando hablamos de vida filosófica es porque entre vida y filosofía hay una intersección, que, como toda intersección, también señala lo que deja afuera. Interrogar una vida filosófica es alumbrar el espacio común entre estos dos conjuntos llamados vida y filosofía. Decíamos al comienzo que una vida filosófica necesita una disciplina. ¿Qué tipo de disciplina es ésta? Abramos surcos y despejemos la maleza. Por un lado los hombres son como las abejas; segregan lenguaje. Ni todas las secreciones son iguales ni todos los lenguajes lo son. Pero esto que cons tituye una verdad banal para cualquier semiólogo de salón, es para el filósofo uno de los modos en que encara su disciplina. La filosofía es un modo de separar los lengua jes, de distinguirlos, de darles un nombre, y de darles un valor. El mito, la poesía, la religión, la sofística, la política y la retórica, son nombres que discriminan a los lenguajes e interrogan su pretensión. Para la primera filosofía, la de los griegos, no hay lenguaje sin preten sión de poder, sin presunción de autoridad, sin una cierta voluntad de dominación. Por eso uno de los modos en que la filosofía disciplina la vida de los hombres, consiste en la interrogación sistemá tica de la pretensión, la función, los alcances y la iden tidad del lenguaje humano. Otro modo en que se ha ejercitado esta disciplina es la meditación sobre la muerte. Sócrates y Séneca, son filóso fos que no sólo han meditado sobre las posibles muertes que puede tener el ser humano, sino que por la vida que han tenido, se han visto signados por la decisión de cómo morir. La filosofía es antigua; su antiguedad no es sólo cronoló gica sino constitutiva. Esta es una de la razones por las que el aficionado a la filosofía nunca dejará de leer a los griegos. La cultura helénica meditó sobre el lenguaje, sobre la muerte, y sobre un tópico, que también ha sido medular para la filosofía: la amistad. Filosofar con los otros, en diálogo con los otros, en ceremonias, simposios, banquetes; hacer del uso de la palabra un pacto de lealtad, un anillo discursivo que enlaza a los pares. Decíamos que el filósofo no es un místico, es un hombre común. Una sombra como cualquier sombra. Platón nos dió la alegoría por la que el filósofo pretende alejarse del mundo de las sombras, pero del sol nada ve, porque la luz nos ciega, y al dejarnos ciegos nos deja sin palabras. El filósofo necesita tanto de las palabras como de las sombras para ejercer su vida filosófica. De las sombras de los otros, y de la propia sombra que lo abarca y se le escapa. Cuenta la leyenda que Buda, después de haber sido ilumina do, decide volver con los hombres. Es un amor de consuelo, renuncia al Nirvana hasta tanto los hombres estén en condi ción de recibir una misma luz. El filósofo de Platón tiene un viaje más breve. No es místico, ni sabio ni poeta ni juez. Ni Pitágoras, ni Heráclito, ni Homero ni Solón. Es aquel que se resistió al destierro; el que vive sus últimas horas con sus amigos; el que se dedica a interrogar a los pretendientes a la verdad y a calibrar las virtudes de sus lenguajes. Amistad, muerte, lenguaje, son tres rostros de la filosofía en su acepción antigua. 2- Este libro es el resultado impreso de un seminario anual que seguimos un grupo de profesores de filosofía. Lo hace mos hace quince años. Desde 1984 nos reunimos todos los jueves del año, de abril a diciembre, a estudiar. Cada año se propone un tema, y cada jueves cada uno de nosotros da su exposición. En 1988, hace diez años, decidimos publicar el seminario de aquel año: Foucault y la ética , hoy entregamos un nuevo trabajo. De aquella época alguno de nosotros ya no está en la tierra, y otros han aparecido. Pero hay un fuerte elenco estable. Este seminario es abierto, cualquiera puede venir a escuchar las conferencias. Verá cómo nos divertimos. Nunca hubo condiciones de ingreso: puede ser un amigo o familiar de alguno, puede ser un curioso. Sólo retrospecti vamente me doy cuenta que hay, no una regla, sino una preferencia. La primera vez se puede venir sin compromiso, pero la segunda exige la presencia durante del resto del año. No ofrecemos espectáculo. El oyente es invitado, des pués de algunos meses de asistencia, a formar parte de los disertantes del próximo seminario. Casi todos han aceptado esta invitación con placer porque creo que este seminario muestra que existe el diálogo filosófico, una de las formas de la amistad, y que éste es un vínculo simple, sólo nece sita amor por la lectura y desprecio por la autoridad no elegida. Nadie nos pagó este trabajo de estudio de quince años, nadie nos felicitó, ni siquiera pudo ser enarbolado como pieza curricular, creo que casi ninguna autoridad académica se dió por enterada. De nuestras trescientas conferencias puede haber algunos papeles cajoneados en alguna perdida secretaría académica. Siempre consideré que el aficionado a la filosofía - como decía Alicia Páez - es un estudiante inconcluso. De las páginas para leer o para escribir, siempre faltará alguna. El amor al objeto es una máquina de guerra. Por eso la pasión filosófica destruye las burocra cias, que son la muerte del objeto. El tema Vidas Filosóficas nos fue sugerido por una idea que latía en Foucault. En La escritura de sí Foucault destaca el papel que tenía la escritura - en cualesquiera de sus formas, ya fuere epistolar o en los recuentos cotidianos materializados en diarios personales - en la constitución de un arte de vivir en la cultura romana. Que la escritura fuera un elemento casi plástico para modelar nuestra forma. Se desprendía entonces casi obligatoriamente la pregunta sobre si la filosofía podía ser un ejercicio ético, en el sentido dado por Foucault, ética como estética de la exis tencia. Si la filosofía tiene que ver con la vida del que la ejerce; asombrosa pregunta por lo inútil, lo obvio y lo indecidible de su mera formulación. Sólo que las preguntas filosóficas no siempre se sellan con respuestas, dan lugar a un recorrido. Es lo que hicimos. No se trataba de super poner vida de filósofos con obras, ni épocas con vida y obra, ya que estas superposiciones siempre dejan restos, sobra o falta por todas partes. Además las vidas componen un conjunto infinito. Mucho menos se trataba de acercar a un supuesto público común un vía más sencilla de acceso a la filosofía mediante detalles tiernos, privados o curiosos de los filósofos. Que Santo Tomás fuera gordo, Kierkegaard jorobado, Sócrates ñato y Sartre estrábico, es bueno saberlo, pero no nos aproxima por eso al personaje, que seguirá tan lejano como siempre, aún cuando le adjuntemos un resu men de su obra a su resumida vida personal. El género de la biografía no compone justamente un género, incluye tantas variantes como estilos de pensamiento. Hay un modo de muy difícil realización en el que la vida y la obra componen una horizontalidad, o si se quiere, un plano en declive, algo así como los pasillos de los edificios de Kafka. Deleuze nos hablaba de los dispositivos de la justicia en las obras de Kafka, de sus corredores, puertas, oficinas abiertas sobre otras oficinas. Así se construye el Wittgenstein de Ray Monk, y El Aguila Angustiada de Werner Ross. Podemos añadir La Viena de Wittgenstein de Toulmin y Janik. Son pocos los que lograron la forma Moebius en las biografías, generalmente se cae en la torpeza texto/contex to, o literatura y sociedad, y otras bisagras oxidadas. Un recorrido así, en diagonal por vida y texto, requiere un gran talento, un don para la ficción y un don para la erudición. Por lo que la apuesta parecía quedarnos grande, era temible. Sugerí entrar por otro lado, más pequeño, más indeterminado, inmaduro. Algo así como sacar una fotogra fía, detener el tiempo en un instante para dejar como secuela la imaginación temporal. En una foto, nos detenemos largo tiempo, una buena fotografía es la que nos inmoviliza en la contemplación de un instante, porque en el congelamiento no deja de nacer un relato. Esa es la magia fotográfica. Propuse intentar sacar una foto del filósofo por nosotros elegido, de descubrirlo en algún instante de su vida y obra, un momento de intersección puntual en el que vida y obra se crucen fugazmente, y que esta fugacidad fuera evocativa de un estilo. Cada uno de nosotros buscó ese momento, y nadie sabe si lo encontró. Son ustedes, los lectores, que tienen ahora la mirada. La otra idea sugerida por Foucault, es la importancia de la amistad filosófica, tema que le gustaba comentar a sus amigos y alumnos, en sus últimos cursos. Aquella figura de Sócrates despidiéndose de sus amigos que le piden seguir viviendo. La amistad filosófica es otro indecidible, no se define, se recuerda o conmemora, se festeja. Este libro es un homenaje que los miembros de este semina rio nos hacemos a nosotros mismos, con las puertas abiertas a los lectores, y a los futuros participantes. Tomás Abraham
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2006 - LA MÁQUINA DELEUZE
LA MÁQUINA DELEUZE - Tomás Abraham y El Seminario de los Jueves
Comentario (*) Deleuze irrumpe en el pensamiento del siglo veinte como una tempestad. Impone a su paso nuevas posiciones, nuevas actitudes, nuevas palabras, nuevas condiciones de lectura.
Política Deleuze y el análisis político: Spinoza y Kafka ( Jaime Plager) Política e identidad de las minorías ( Dante Palma) La máquina Deleuze ( Tomás Abraham) Filosofía Spinoza con Deleuze ( Alejandro Rússovich) ¿Qué significa pensar? (Edith Elorza) La emergencia en la superficie del lenguaje ( Silvia Rivera) Algún día Foucault será deleuzeano ( Marcelo Pompei) Literatura Sustracción: la puesta en crisis del poder del texto ( Pablo Ragoni) Deleuze, Klossowski y la muerte de la transgresión ( Javier Benyo-Verónica G. Viale) Sacher Masoch ( Alfredo Siedl) Artes Correspondencia entre el arte y la filosofía en “ El Pliegue” ( Ernesto D´Amico) Liso, inorgánico e indiscernible: el espacio en Deleuze ( Josefina Sartora) Subjetividades Hacia una reflexión sobre la lectura ( Shila Wilker-Luciano B. Griffiths- Vanina Escale) PRÓLOGO - Tomás Abraham Las edades varían de los 19 a los 79 años. Un profesor prestigioso, un académico de nota, catedrático en Alemania, el doctor Orlando Abel Pugliese, un día que nos visitó, dijo que éramos el primer grupo libertario de filosofía Lo tomo como elogio y blasón, y por eso lo presento así ante el lector y el editor. En nuestro medio académico y editorial se tiene una visión prejuiciosa del trabajo colectivo. No se conoce el funcionamiento de un trabajo grupal. A la palabra “ taller” se la emplea con desprecio. Se está habituado al manejo de cátedra en donde un señor mandarín dirige un contingente de aprendices que le agradece la figuración. El resultado es una serie de textos autocastrados y prolijos que pagan tributo a la tradición. Además de pagar la edición, salvo que se ofrezca como lectura obligatoria a un público cautivo compuesto por sucesivas camadas de estudiantes. Nuestro trabajo resulta de una batalla oral que llevamos a cabo todos los jueves desde hace más de veinte años. La seriedad del mismo no lo da la carga larga y la boca apretada sino el compromiso de asistencia y lectura. A partir de ahí es necesario ser libre, lo que significa decir lo que se piensa, a quien sea y como sea. No se necesita disciplina si se entiende lo que es entregarse y amar lo que se hace. Es indispensable la irreverencia en un ámbito de jueces que custodian sus tribunales y tienen una visión de la filosofía policial y acartonada. Ya sea con uniformes de derecha, o lo que es más común en el gremio, con uniformes de izquierda. El resultado de esta labor de encuadre, promoción vigilada y censura, es que los que se dedican a la filosofía nunca escriben y cuando lo hacen no dejan de mirar para atrás. Pero a la inversa de lo que ocurre en los exámenes, la mirada del tutor es para que se copien, el que no se copia está aplazado. Y es indispensable también salir de la endogamia universitaria que hace que los cientistas sociales, los filósofos, los arquitectos, psicoanalistas, o quien sea, segreguen los microclimas que les implatan las máscaras lisas de la autocomplacencia. Para la filosofìa es inevitable salir, friccionarse y frotarse con lo que no es, fisurar el cemento que la comprime. No es otra cosa pensar: salir y disolver. En los años 2003 y 2004 nos hemos dedicado a la obra de Gilles Deleuze. Es un filósofo difícil, exige un arduo trabajo de lectura, hay que acostumbrar la vista y el oído. Pero los beneficios son maravillosos, enriquece el espíritu, matiza el paladar y fortalece la mente. Alguna vez escribió que hay dos tipos de filósofos: los edificantes y los sísmicos. En Deleuze hay de los dos. Hay una construcción meticulosa en su obra en donde se invoca y usa a Duns Scotto, Leibniz, Spinoza, Kant, Nietzsche, Bergson, Whitehead. Y hay un derrumbe Deleuze en el que nos lleva de la mano de Artaud, Francis Bacon, Kafka, Groddeck, Alan Guinsberg, con los que abre todas las ventanas y deja entrar vientos y remolinos. Deleuze nos enseña a pensar libremente, para eso terminaba con dos mitos: el mito de la erudición y el mito de la espontaneidad. Por un lado la administración de un aparato del saber que hace de la filosofía un reformatorio. Por el otro una incitación a personajes que de la filosofìa persiguen un bolero, se reunen para hablar de cuerpo, intensidades, arrojos al abismo, entrañas al sol, y así hacen del dios Diónisos una parillada completa con ensalada de emociones. No olvidemos a los guerrilleros de cátedra y a los asambleístas vocacionales. En este libro – el quinto de nuestro seminario – se ha hecho una selección de la labor conjunta de estos dos años. Los trabajos incursionan por las puertas de entrada que presenta la obra de Deleuze. Por supuesto que no son las únicas y no se resumen en estas palabras mayores. En el rubro Política se toman en cuenta varios aspectos. La importancia de su obra en nuestro país, su nombre que resuena desde los gabinetes psicoanalíticos y el teatro, a las asambleas barriales y los cursos en la facultad de letras. El uso de su filosofía en los debates de la sexualidad y de las minorías. El modo particular que tiene de leer a emblemas culturales como Spinoza y Kafka, y los ecos de su pensamiento en los debates actuales sobre la política y la ética. El recorrido que hace de la filosofía está marcado por quienes han transitado por el meticuloso trabajo de sus conceptos. Desde los estoicos, los escolasticos, hasta Foucault, la imagen del pensar que produce lo hace en consonancia con una tradición que deforma, embellece e ilumina. Sus textos sobre la pintura, el cine, el teatro y la literatura, se problematizan aquí mostrando sus singularidades. Con el apartado de Subjetividades, nos referimos a algunos efectos que la escritura de Deleuze produce en los lectores. Los autores provienen de distintos campos culturales: el cine, el teatro, la filosofia, la literatura, o de ninguno en particular, pero todos invocamos el ser aficionados, amateurs, amantes de un oficio. La palabra profesional suena bien en el mercado, para nosotros es pobre, le falta locura, desesperación, esperanza. No es suficiente con ser un buen cumplidor, nada vale esa supuesta modestia, queremos más. La filosofìa es un arte complejo, y Deleuze lo es. En nuestro seminario hemos estado recorriendo sus más de treinta libros. En el libro que proponemos al lector, quisiéramos acompañarlo en su lectura de Deleuze. Que este texto sea una rueda de auxilio para sus dificultades y una caja de resonancias para sus intereses y sus despertares. Platón había puesto en el frontispicio de su Academia: nadie ingresa que no sepa geometría, en nuestro libro, y seminario, todos pueden entrar, si quieren trabajar y leer con alegría.
Tomás Abraham |
2010 - HISTORIA DE UNA BIBLIOTECA |
2007 - EL PRESENTE ABSOLUTO |
2012 - LA LECHUZA Y EL CARACOL (Contrarelato político) -
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2010 - RORTY - EL AMIGO AMERICANO |
2013 - PLATÓN EN EL CALLEJÓN - EUDEBA |
2013 - EL NO Y LAS SOMBRAS |
2014 - SHAKESPEARE - El antifilósofo - Penguin Random House Shakespeare – El antifilósofo
Comentario
Con la finalidad de pensar a la filosofia desde afuera de su propia historia, Tomas Abraham se propuso buscar un camino extradisciplinario, un “otro” tangencial al circuito filosófico: la literatura. Quien mejor que William Shakespeare, considerado el emblema universal literario, un poeta y dramaturgo que ademas actuó, produjo y dirigió sus obras, para dar forma a este desafio? Con desenfado, Abraham avanza sobre el enigma de la vida de Shakespeare mientras analiza las estéticas con que diferentes directores de cine y de teatro representaron sus obras, y el modo en que cada época recibió esas representaciones. Aqui, Shakespeare se replica y esconde en sus personajes y en los dramas a pesar de sus infinitos interpretes. La inasibilidad del Bardo de Stratford-upon-Avon esta emparentada con un fantasma que se presenta en Lear, Shylock y Hamlet, un espectro que es voz y rostro, una sombra que gime y se queja por su destino. La ingratitud, la traición y la venganza configuran el escenario de las pasiones y de cuerpos en acción. La prosa irreverente y erudita de Abraham hace de Shakespeare, el antifilósofo un libro original, una máquina narrativa que combina semblanzas, historia política, cine, teatro, psicoanálisis, literatura y, por supuesto, filosofía. Acerca del autor Tomas Abraham es licenciado y magister en Filosofia y Sociologia por las universidades de Sorbonne y Vincennes. Profesor titular de Filosofia de la UBA y director del Colegio Argentino de Filosofia. Publicó los libros Pensadores bajos, Los senderos de Foucault, La guerra del amor, El Gltimo ohcio de Nietzsche, La empresa de vivir, Historias de la Argentina deseada, Situaciones postales, Fricciones, Batallas eticas (en coautoria), El amigo americano (Introducción a Richard Rorty), Historia de una biblioteca, La lechuza y el caracol y El NO y las sombras. Es coordinador del Seminario de los Jueves, grupo de aficionados a la filosofia con el que publicó Vidas Filoseficas, Tensiones filaseticas, El Ultimo Foucault, Foucault y la Etica, Platón en el callejón y Griegos en disputa. Se desempeñó como editor de la revista La Caja, escribe notas de analisis politico en varios periódicos y es columnista de actualidad del diario Pertil. Sus articulos sobre politica y medios de comunicación se han recopilado en los libros La aldea local, Pensamiento rápido y El presente absoluto. Recibió el Diploma de Honor en el año 2011, otorgado por la Universidad de Buenos Aires en virtud de su trayectoria docente en la institución. Obtuvo el Premio a la obra filosofica 1993-2003 por la Fundacien Konex. Fue distinguido con el Premio a la Vocación de Oro 2009, por la Universidad de Buenos Aires, la Universidad de Belgrano, la Dirección de Estudios Terciarios y la Fundación El Libro. Es profesor Honoris Causa de la Universidad de Salta. Escribe habitualmente en su pagina web y en su blog Pan Rayado. Copyright 02014 Penguin Random House Grupo Editorial, All rights reserved. |
2014 - GRIEGOS EN DISPUTA - Ver |
2015 - La dificultad - Ver |
2016 - Mis Heroes |
2017 -El deseo de revolución |
LIBROS - COMENTARIOS
1989 - LOS SENDEROS DE FOUCAULT |
2000 - LA EMPRESA DE VIVIR |
1989 - FOUCAULT Y LA ÉTICA [ Retirar la versión completa ] |
2001 - PENSAMIENTO RÁPIDO |
1992 - LA GUERRA DEL AMOR [ Retirar la versión completa ] |
2001 - TENSIONES FILOSÓFICAS
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1994 - HISTORIAS DE LA ARGENTINA DESEADA |
2002 - SITUACIONES POSTALES |
1995 - BATALLAS ETICAS |
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1996 - EL ULTIMO OFICIO DE NIETZSCHE Ver Comentario
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2003 - EL ÚLTIMO FOUCAULT |
1997 - LA ALDEA LOCAL
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2004 - FRICCIONES |
1999 - VIDAS FILOSÓFICAS
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2006 - LA MÁQUINA DELEUZE
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2010 - HISTORIA DE UNA BIBLIOTECA |
2007 - EL PRESENTE ABSOLUTO |
2012 - LA LECHUZA Y EL CARACOL (Contrarelato político) -
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2010 - RORTY - EL AMIGO AMERICANO |
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2013 - EL NO Y LAS SOMBRAS |
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