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FALSTAFF  ¿personaje cómico?
por Rosa María Brenca de Rússovich

(Disertación en el Seminario de los Jueves el 12/12/2013)

Según Harold Bloom, Falstaff y Hamlet son personajes creados por Shakespeare que nos enseñan cómo somos los humanos de carne y hueso.

 Dice Bloom: “Al  inventar lo que habría de convertirse en el modo más aceptado de representar el carácter y la personalidad en el lenguaje, inventó […] lo humano tal como lo conocemos”.

Sir John Falstaff comenzó su existencia literaria llamándose Sir John Oldcastle (“Castilloviejo”). Así aparece en las primeras representaciones de la primera parte de Enrique IV, pero en las ediciones ya es Falstaff.  El cambio se debió a que  Oldcastle había sido un noble muy honorable,  efectivamente amigo de Enrique V en su juventud, luego, digno oficial del rey, y finalmente, había muerto como mártir puritano. Sus descendientes, indignados,  manifestaron su disgusto ante la profanación de su nombre.

Esto Shakespeare lo explicita en el epílogo de la 2ª. parte de  Enrique IV, donde dice que “Oldcastle murió mártir, y no es él el hombre”.

El nuevo nombre suena igual que “false staff”, “falso bastón”,  y caracteriza,  de alguna manera al personaje, quien aparece en las dos partes de Enrique IV y en Las Alegres Comadres de Windsor. En Enrique V se relata su muerte, sin que se  lo vea en escena. Es el único personaje de Shakespeare que aparece en cuatro obras.

Se lo considera un personaje cómico, más propio de una comedia que de una tragedia. Se decía que la gente iba al teatro para llorar con Julieta  y reírse con Falstaff .¿En qué consiste su comicidad? Por lo general, en el contraste entre lo que  dice de sí mismo y sus conductas reales, porque es un personaje inteligente, que se crea a sí mismo, con sus propias palabras y su ingeniosa retórica. Él lo entiende así:

 

 – Hombres de todo tipo se toman como un orgullo hacer chanzas sobre mí. El cerebro de este necio compuesto de arcilla, el hombre, no es capaz de inventar nada que provoque risa como no sea lo que invento  yo o se inventa sobre mí. No sólo tengo ingenio, sino que soy la causa de que otros tengan ingenio.( 2ª parte.E.IV, Acto 1, esc, 2).                                             

 

La personalidad de Falstaff trasciende las obras de Shakespeare. En la lengua inglesa existe el adjetivo Falstaffian,,  que se refiere a  alguien jovial, ingenioso, vital, fanfarrón y embustero, sin sentimiento de culpa.

No  existe su  superyó.

La posición  de Falstaff en las obras de Shakespeare se define por  la estrecha relación de  camaradería que lo une al joven príncipe de Gales, hijo del rey Enrique IV y heredero de la corona de Inglaterra, relación que queda claramente expresada en el diálogo que mantienen ambos amigos en la primera parte de Enrique IV (acto1, esc. 2), donde aparece Falstaff por primera vez:

Falstaff, que  acaba de despertar,  pregunta qué  hora del día es, y recibe  una respuesta cargada de reproches sobre su vida y costumbres. Dice el príncipe a Falstaff :

            Tienes el entendimiento tan rechoncho de beber jerez añejo y desabotonarte después de la cena y dormir sobre los bancos hasta después del mediodía, que te has olvidado de preguntar lo que en verdad querrías saber de verdad. ¿Qué diablos tienes tú que ver con la hora del día? A menos que las horas fueran copas de jerez y los minutos pollos asados, y los relojes lenguas de alcahuetas, y los cuadrantes anuncios de burdeles, el mismísimo bendito sol una linda damisela  caliente, vestida de tafetán color fuego, no veo ninguna razón para que hagas preguntas tan superfluas como qué hora del día es.

Como se ve, el Príncipe cambia el campo semántico del tiempo por el del   placer, más afín a la personalidad de Falstaff, cuya característica básica  es la desmesura.

También vemos que el Príncipe no le va en zaga a Falstaff en sus recursos retóricos.

Cada vez que el Príncipe se dirige a Falstaff, lo hace refiriéndose impiadosamente a sus características más repudiables, tanto físicas como morales, y Falstaff, por su parte, no pierde ocasión de referirse a sí mismo, creando constantemente su personaje, que logra inspirar simpatía e incluso afecto, porque él también tiene grandes virtudes: el amor a la vida, el ingenio y el humor –desmesurados- que se ponen en evidencia en su respuesta:

            -En verdad que ya vais aproximándoos, Hal. Aquí se dirige al Príncipe tratándolo de “vos” (“you”), que es el tratamiento de respeto, y en seguida va a pasar al “tú” (“thou”), el tratamiento de  confianza. Se adecua así  al acercamiento del Príncipe que menciona, y de esta manera lo confirma.

. Sigue diciendo:

Porque los amigos de la bolsa ajena nos guiamos y  regimos por la luna y las siete estrellas,  y no por Febo, ese “hermoso caballero errante”.

            La primera persona del plural incluye al Príncipe entre los amigos de las bolsas ajenas y le hace compartir la condición de ladrón, que el  Príncipe, naturalmente, niega. (Shakespeare cuida al personaje del Príncipe). Falstaff  le reprocha al Príncipe que él lo corrompió y afirma querer cambiar de vida. Pero cae en la trampa: el Príncipe le pregunta dónde pueden hacerse de una bolsa al día siguiente y Falstaff se apresura a contestar, entusiasmado, que donde él quiera, lo que  provoca el duro comentario del Príncipe: Ya veo una buena enmienda en tu vida: del rezo al robo. Y ante  una propuesta concreta de realizar un atraco a unos viajeros, Enrique se niega a participar y aduce que no es un ladrón. Poins, secuaz del Príncipe, le propone, en secreto, robarle a Falstaff después de que éste realice el atraco para divertirse luego con sus mentiras. Así lo hacen, todos enmascarados. Cuando se encuentran, la noche siguiente, en el lugar establecido, Falstaff cuenta que cien  hombres se abalanzaron sobre él y sus compinches y les robaron lo robado .(Todos sabemos que fueron dos: el Príncipe y Poins).  Él enfrentó a doce, cuenta, luego eran dieciséis y finalmente cincuenta. Pero el príncipe los había visto salir corriendo, tanto   a Falstaff como a sus amigos. El contraste entre la valentía de que hace alarde y la cobardía manifestada  cuando huía del peligro, distrae a los que lo escuchaban, que se divierten con sus embustes. Finalmente, aduce que, en realidad, él reconoció al legítimo príncipe y su instinto no permitió que lo matara.,

No le importó que no creyeran  su increíble hiperbólico relato, en que el número de sus atacantes aumentaba segundo a segundo, porque contaba con el efecto cómico de su exageración, y así logró divertir y distraer y, en cierto modo,  controlar la situación.

Hay un episodio en que Shakespeare   recurre al humorismo indirecto y pone nuevamente en evidencia la desmesura de Falstaff, sin que    éste intervenga en el diálogo, sus palabras están ausentes. El episodio es el siguiente:

Cae  un oficial de justicia a la taberna  haciendo averiguaciones  referidas al robo. El Príncipe manda a  Falstaff que  se esconda detrás de un tapiz. El oficial se va, después de que el Príncipe le dice que Falstaff no está allí porque él lo envió a otra parte con  una misión, lo cual es verdad. (le ordenó esconderse tras la cortina).  Se oye roncar a Falstaff  “como un caballo”. El príncipe ordena que le revisen  los bolsillos,  donde se encuentran solo papeles que, a requerimiento de Enrique, son leídos: 

Un pollo……………………………………2    chelines, 2 peniques

Salsa …………………………………………… …………  4 peniques

Jerez, dos galones ………….. 5 chelines,  8 peniques

Anchoas y jerez   después de la cena………………………. 2 chelines, 6 peniques

Pan …………………………….. ……….. 1/2 penique

 

El príncipe exclama:

 ¡Qué monstruoso! ¿Nada más que medio penique de pan para esa intolerable cantidad de jerez?”

 

En el Príncipe vemos una actitud contradictoria: no vive en  la Corte sino en las tabernas,  en compañía de Falstaff, a quien se dirige siempre con profusión de  apelativos degradantes, cuya intención, sin duda, es provocar el ingenio de Falstaff para una respuesta astuta,  oportuna y divertida. Lo llamaba Gordo panzón, Gran panzón, Canalla, Sir Juan Vientre, Cobarde sanguíneo, Hundecamas, Revientacaballos, Criatura de estopa, Mi lechón dulce, Chaqueta inflada, Acolchado, Grajo, Globo terráqueo con continentes pecaminosos, Pobre Titán sentimental, Fardo de lana, Hombre circular, Montón de tripas con sesos de barro, Enorme bola de sebo, Mi dulce criatura lleno de estopa, Truhán,  Truhán gordinflón, etc., etc. No obstante, paga todos  los gastos del “truhán” y lo protege de la Justicia, sin intentar ocultar su propia vida licenciosa, que es ampliamente conocida, para dolor de su padre, Enrique IV, quien lamenta que sea éste su hijo, en vez de Hotspur (que significa “espuela caliente”, sobrenombre de Harry Percy, hijo de Lord Northumberland), para quien el honor es la más alta condición humana. Más adelante, el diálogo ridículo que mantiene Hotspur con su mujer pone de manifiesto que, para éste, el honor no es más que  una glorificación egoísta de su  persona y. por  otra parte, tiene una absoluta ceguera política y carece de toda idea acerca de la responsabilidad de hacerse cargo del poder.

Falstaff siente  un tierno afecto por el  príncipe adolescente, y se considera algo así como “un padre sustituto”. En cierto momento, dice que el muchachito debe haberle dado una droga, para lograr que él se encariñase  tanto.

En su famoso soliloquio sobre el honor, se pregunta para qué sirve éste, si  no restituye los miembros perdidos en la guerra, ni quita el dolor de las heridas… no sirve para nada.  El honor no es más que una palabra, y la palabra es aire. En este tema, es opuesto a Hotspur, pero coinciden en la falta de responsabilidad con respecto al poder.

Shakespeare  utiliza los  soliloquios para  mostrar la intimidad de los personajes. El Príncipe también dice su monólogo, donde aclara cuál es su intención con respecto a sí mismo. Lo hace en la 1ª Parte de Enrique IV, al final de la 2ª  escena del primer acto. Comienza afirmando que los conoce a todos, y es verdad. El Príncipe conoce  los tres ámbitos en que se desarrolla esta obra histórica: el de las tabernas, donde se jacta de haber aprendido la lengua de los camareros; el de la Corte, a la cual él pertenece por nacimiento; y el de la guerra, para el cual está preparado, como se verá después. Se compara a sí mismo con el sol, contrariamente a la posición de Falstaff, que declara que ambos son regidos por la luna. El Príncipe, cual el sol,  se deja ocultar por las nubes, y cuando a él le parece conveniente, se hace admirar más abriéndose paso entre las sucias nieblas que parecían asfixiarlo. Termina diciendo:

 Como el metal brillante  sobre una  plancha oscura,

 refulgiendo sobre mis faltas, mi reforma

 se mostrará mejor y atraerá más miradas

 que algo puesto en un fondo

 que no le hace contraste.

   Anuncia lo que realmente va a suceder. Seguramente  Shakespeare había leído El Príncipe, de Maquiavelo, donde se dice que los reyes están en constante peligro de ser destronados, y lo más seguro contra este riesgo es el amor del pueblo. El Príncipe se ganó el amor de su pueblo durante su vida juvenil en los bajos fondos. Según Harold Bloom, el futuro Enrique V aprendió de Falstaff a comprender el mundo.

En la cuarta escena del segundo acto de la primera parte de Enrique IV, el Príncipe se vanagloria de haber entablado amistad con tres servidores de la taberna,  y de saber hablar como ellos.

 

Y cómo se dirige Falstaff al Príncipe?  Ya vimos que alterna el tratamiento de respeto (you, en el siglo XVI), equivalente al vos español de la misma época, con la forma de confianza thou.¿Y qué apelativos emplea? Falstaff lo llama Hal, diminutivo de Henry. También le dice lad, que equivale a  pibe, muchacho, muchachito. Sweet wag: dulce burlón, mad wag:  loco burlón, pedazo de loco. En general, son expresiones cariñosas, y de mucha confianza, dirigidas por un sesentón a un muchachito.

David Margolies dice que Falstaff  es el caballero que llena las formas heredadas de la caballería con un nuevo contenido individualista, y que no puede  encontrar realidad material en el honor.

No se puede mencionar la caballería sin pensar en el flaco y frugal Don Quijote, personaje antitético de Falstaff,   que llena esas mismas formas heredadas de la caballería con sus fabulosos y disparatados contenidos referidos al valor, al altruismo, al honor y al casto amor hacia su dama. Don Qujjote salía magullado de cada aventura, y Falstaff salvaba su vida haciéndose el muerto. En la batalla de Shrewsbury,   que cierra la 1ª parte de Enrique IV, el Príncipe da muerte a Hotspur, y al lado de éste cae, herido,  Falstaff. Éste se hace el muerto, por el temor de que Hotspur se levante y lo mate. Hal lo ve yacer, y lamenta su muerte. Se va el Príncipe, y Falstaff se levanta y reflexiona sobre su conducta. Dice que él no ha fingido, porque

lo que es fingir es el morir, pues el que está muerto es una imitación del hombre, que no tiene en él la  vida de un hombre. Pero el que finge la muerte cuando vive, no hace un fingimiento, pues es la verdadera y perfecta imagen de la  vida misma.

Lo entiendo como que es la vida que se defiende a sí misma.

Cuando el Príncipe lo vio caído, y creyendo que estaba realmente  muerto, dijo:

 ¿Qué? ¡Viejo conocido! ¿No pudo tanta carne guardar algo de vida? Mejor prescindiría de algún otro mejor.  Mi pobre Jack, ¡adiós!

¿Qué quiere decir con esto: “Mejor prescindiría de algún otro mejor”? Otra versión, algo más libre,  dice: “Prescindiría mejor de un hombre honrado que de ti”. En el original inglés no se menciona aquí la honradez pero creo que es una buena interpretación. El Príncipe prefiere al deshonesto Falstaff, porque de él aprende la realidad de las conductas humanas. Por ejemplo, cuando él se hace el muerto, lo hace porque teme que Hostpur esté vivo, como él, y pueda levantarse y matarlo. Por las dudas, le hace otra herida para asegurarse de su muerte, y se lleva a cuestas el cadáver, para atribuirse su muerte y lograr un premio. Ya vimos que Hotspur es su opuesto. a quien sólo le importa su honor, y no hay nada de  humano en él.

Lady Percy, su joven esposa, pone en evidencia sus carencias cuando, antes de la batalla, le hace tiernos reproches:

 ¡Ay, ay, mi buen señor, ¿por qué estáis así solo?

¿Por qué ofensa estos últimos quince días he sido

 Una mujer proscrita del lecho de mi Harry?

Cuéntame qué te priva, mi querido señor,

Del hambre, del placer y del dorado sueño!

Hotspur se priva de lo que, para Falstaff,  es la vida.

 

Con respecto a la responsabilidad ante el uso del poder, es muy ilustrativo el reclutamiento de soldados por parte de Falstaff, tema que  es tratado dos veces por Shakespeare, siendo un hecho reprobable, sin alicientes. Aquí se nota el cambio que va produciendo Shakespeare para preparar al espectador y que le sea menos odioso el futuro rechazo de parte del rey Enrique V.             En la 1ª parte de Enrique IV , Falstaff reflexiona, y reconoce que se ha comportado mal con el Rey, apropiándose del dinero que éste le había entregado  para vestir y alimentar a sus ciento cincuenta soldados. Por otra parte, se había dejado coimear por los que podían pagarle para no ser reclutados. El  pelotón, por lo tanto, estaba integrado por miserables andrajosos muertos de hambre sin ninguna experiencia en la  batalla. Pero eso no tenía importancia –argumentó Falstaff al Príncipe- ,  porque eran “carne de cañón , hombres mortales, que van directamente a la fosa.”,  y  aquí  dice la verdad. ( 1ª parte de Enrique IV, Acto 4, escena 3.). En esa época, la cantidad de muertos de un pelotón era una manifestación de la valentía  y mérito de su Capitán.  Falstaff se vanagloria de que no quedaban ni  tres de los ciento cincuenta..

En la 2ª parte,  acto 3, escena 2ª, Falstaff realiza el reclutamiento en escena y  se hace evidente la corrupción, porque se lo ve coimear, en medio de las  burlas con los nombres de los candidatos elegidos para ir a la muerte.

Es evidente que en esta  2da. parte, la personalidad de Falstaff se va debilitando. En la 1ª, el Príncipe está decidido a abandonar su vida libertina cuando llegue el momento, pero entretanto quiere  seguir disfrutándola.

En la segunda, luego del triunfo en Shrewsbury, y  ante la enfermedad de su padre, va enfriando su amistad con Falstaff. Por ejemplo:

 En la 1ª parte, el obeso burlón manifestó la agudeza de su ingenio en el relato increíble y desopilante  del robo del que fue víctima después del atraco que había cometido. Pero, en la 2ª parte, cuando él habla despectivamente del Príncipe, ignorando que éste está presente disfrazado de mozo de café, ante sus reproches  sólo puede defenderse  en forma quejosa, Ninguna injuria, Hal, ninguna injuria, sin derramar sobre Hal la andanada de ingenio que tanto disfrutaba el Príncipe.

 Ahora, está más asociado con la enfermedad. Al  comienzo de la 2ª parte, pregunta por su análisis de orina, y luego se refiere a la peste venérea y a la gota, que  le atacan el dedo gordo del pie.  Aquí   todavía  manifiesta su ingenio, porque piensa que la enfermedad le va a permitir fingir heridas sufridas en la guerra, haciendo de su mal un beneficio.

La decadencia de Falstaff  no es ajena al trato que recibe del Príncipe.

En la 1ª parte, Falstaff  le pregunta en qué quedó el asunto del robo, y Enrique le responde que devolvió el dinero, y además le procuró un empleo en Infantería, con lo cual recibe dinero para alimentar y vestir a los hombres que tiene que reclutar para su pelotón.           Todo eso  porque todavía era  su mentor.  

En el Epílogo de la 2ª parte, se anuncia que el autor continuará la historia, con Sir Juan en ella, y alegrará a su público con la bella Catalina de Francia, donde Falstaff va a morir de  unos sudores, lo cual, sólo en parte, se va a confirmar en EnriqueV ( acto 1,esc. 3). La Sra.Quickly, la hostelera amiga de Sir John, que lo acompaña en la taberna  de Eastcheap (La Cabeza del Jabalí ) y lo ve morir, dice  que muere de fiebre terciana diaria[1],  y los demás amigos presentes afirman que la muerte ha sido causada por el cruel comportamiento   del Príncipe con él, y que Falstaff murió   de amor. Científicos contemporáneos, guiándose por los síntomas que se mencionan, entienden que murió de sífilis, o de  un ataque cardíaco provocado por la sífilis, y esto es lo más `probable. En la IV escena del 2ª acto    de la 2ª parte de Enriqueº IV, Falstaff le dice a la prostituta que llaman Muñeca:

 […]vos ayudáis a hacer las enfermedades, Muñeca; nosotros las sacamos de vos, Muñeca, nosotros las sacamos de vos; concededme eso,  pobre virtud mía, concededme eso.

 Muñeca: Sí, claro, nuestras cadenas y nuestras joyas.

Falstaff: Vuestros broches y perlas y carbunclos.  “Carbunclos” aquí es la traducción de la palabra inglesa que significa “gema” o “rubí” y también “enfermedades eruptivas”, lo que es una alusión a la sífilis, según la medicina de la época.

. Es decir, que Shakespeare le da  a su personaje una muerte propia del ambiente en que se movía Falstaff y de la vida que hacía. Porque no muere gloriosamente en una batalla, no es asesinado por un traidor, no se suicida, aunque se dice que murió de amor . Shakespeare le da muerte con una enfermedad venérea, es decir, una muerte muy poco gloriosa (lo cual, por cierto, a Falstaff no le hubiera molestado en absoluto, de haber podido ser testigo).

 

 

 El lamento por la muerte  de Falstaff, a cargo de la Sra. Quickly, la hostelera, y unos amigos,  está perfectamente integrado con  la historia del personaje, aunque éste no aparece en Enrique V. Esta integración se explica porque cada una de las cuatro obras históricas de esta tetralogía (Ricardo II, las dos partes de EnriqueIV, Enrique V) ha sido construida apoyándose en la anterior y , además, es posible que el personaje haya sido representado, en las dos partes de Enrique IV,  por el mismo actor, y esto refuerza la unidad del personaje, a pesar de su ausencia material.

La relación, tan claramente definida entre el príncipe y Falstaff, se modificó totalmente, es decir, terminó de modo definitivo, en el momento mismo de la coronación de Enrique V,  tal como éste se lo había propuesto.  

 

Falstaff, que esperaba recibir  honores de Enrique V para él y    sus amigos, es condenado  al destierro a diez millas del rey como mínimo. Pero Enrique V  proveerá  a su sustento para que la falta de recursos “no lo fuerce al mal”. Evidentemente, no lo deja abandonado. Sólo quiere tenerlo lejos, para que el mundo vea que él ha cambiado. A partir de este momento, sólo queda el Falstaff de Las Alegres Comadres de Windsor, comedia compuesta, según se dice, a pedido de la reina Isabel, que quería ver a Falstaff enamorado.   Pero la verdad es que no lo vemos enamorado, sino interesado en dos dignas señoras que manejan el dinero de sus hogares, circunstancia que él pensaba aprovechar. Este Falstaff es diferente del de los dramas  históricos. Ya no es el  burlador sino el burlado. Las dos señoras se divierten sometiéndolo a burlas humillantes, y él mismo reconoce que quedó como un burro. Evidentemente, ya no es quien era. Harold Bloom  considera que el Falstaff de la comedia es un impostor, y así es. Por lo tanto lo consideramos indigno de ser tenido en cuenta.

 

Segunda Parte

  “Vos seguís al joven príncipe a todas partes como su ángel malo”. Juez Supremo a Falstaff,  2ª parte I, 2.

 

El juez podría haber dicho Lo seguís a todas partes como su sombra, lo cual me ayudaría a

explicar la relación entre Falstaff y el Príncipe con el concepto de sombra de Karl Jung. La sombra, según Jung, es nuestra parte oscura, nefasta y desfavorable, que debe ser integrada con su parte opuesta para completar el proceso de individuación y alcanzar la personalidad.  Para Karl Jung, la “sombra”

 integra una parte del individuo, una especie de desdoblamiento de su ser, que, sin embargo, se halla unida a él como su sombra, precisamente.

 Dice Jung que

Solamente alcanza personalidad quien conscientemente puede decir “sí” a la fuerza de la determinación interna contraria.

  Es lo que preparó el Príncipe durante el tiempo que estuvo junto a Falstaff. El proceso concluye cuando es coronado y se convierte en Enrique V, lo que recuerda las palabras de Jung:

 […] la  realización de sí mismo es […] condición previa e indispensable para asumir una obligación superior.

Falstaff era la “sombra” del Príncipe, a quien éste deja de necesitar cuando completa su individuación, y asume su personalidad adulta, que implica para él hacerse cargo de la corona de Inglaterra.

Esto se hace visible en un episodio en que ambos personajes realizan un role playing, en la 1ª parte de Enrique IV. (Acto 2, esc. 4).

 Llega a la taberna un mensajero del rey, para decirle a Enrique que debe presentarse ante su padre a la mañana siguiente. Falstaff   le aconseja que prepare su disculpa, y se ofrece a actuar de Rey padre, para que el príncipe ensaye su discurso. En esta actuación,  Falstaff,  con sus palabras -expresadas en nombre del Rey- crea su propio personaje, como siempre. Comienza  reprochando al Príncipe su vida disoluta y sus malas compañías, tal cual lo haría el Rey. Pero agrega:

 -… y, sin embargo, he notado que hay un hombre virtuoso en tu compañía, pero no lo conozco.

 El  Príncipe le pregunta a qué clase de hombre se refiere, y él aclara:

-Un hombre de excelente corpulencia, a fe mía, y robusto; de aspecto alegre, mirada grata y el más noble porte; y, según creo, de unos cincuenta años o, por Nuestra Señora, cercano a las tres veintenas; y ahora me acuerdo, se llama Falstaff. Si ese hombre fuera dado al libertinaje, me decepcionaría; porque, Harry, veo la virtud en sus miradas. Si, por tanto, el árbol debe ser reconocido por su fruto, y el fruto por el árbol, te digo entonces, rotundamente, que hay virtud en ese Falstaff. Consérvalo y  despide a los restantes.

Al Príncipe no le gusta cómo representa Falstaff al Rey. Porque Sir John no puede representar más que a sí mismo. Él es el ser humano, es verdad, pero sólo una parte. No podría nunca ser Rey, porque no le importa su pueblo, ni su país, ni los enemigos de su país, ni nada más que él mismo.

Por eso, no puede representar al Rey ante el Príncipe, quien le propone intercambiar sus papeles: él será el Rey (lo que será muy pronto realidad)  y Falstaff representará al Príncipe (de quien está mucho más cerca que del Rey).

Ahora el Rey –representado por el Príncipe- comienza diciendo que las quejas que oye sobre su hijo son tremendas, a lo que el Príncipe –representado por Falstaff- responde: ¡Sangre de Cristo, mi señor, son falsas! Y esto provoca la reacción indignada  del Rey,:

-¿Juraste, muchachito profano desgraciado?[2] De ahora en más, no vuelvas a mirarme nunca. Has sido violentamente expulsado de la gracia, hay  un diablo que te persigue bajo la apariencia de un viejo gordo, un tonel humano es tu  compañero. ¿Por qué te juntas con  ese baúl de humores, con ese arcón  trancado de bestialidad, ese paquete hinchado de hidropesías, ese inmenso pellejo de jerez, ese saco relleno de tripas, ese buey  de Manningtree asado con morcillas en el vientre, ese reverendo Vicio, esa Iniquidad con canas, ese Rufián padre, esa Vanidad entrada en años? ¿Para qué es bueno él, salvo para catar jerez y bebérselo? ¿ Para qué esmerado y diestro, salvo para trinchar un pollo y comérselo? ¿Para qué hábil, salvo para la astucia?  ¿Para qué astuto, salvo para la  villanía? ¿Para qué villano, salvo para todo? ¿Para qué valioso, salvo para nada?

 Falstaff  pregunta, fingiendo inocencia, a quién se refiere todo eso.  La respuesta del príncipe es feroz: -A ese villano abominable, corruptor de jóvenes, Falstaff, ese viejo Satán barbiblanco.

Es la segunda vez que lo identifica con el demonio.

 Y éste se defiende dulcemente:

 -[…] Si es pecado ser viejo y alegre, más de   un viejo que conozco está condenado.

 Pide que destierren a sus compañeros cómplices, […] pero en cuanto al dulce Jack Falstaff, el amable Jack Falstaff, el leal Jack Falstaff, el valiente Jack Falstaff, y por lo tanto más valiente  por ser viejo, el viejo Jack Falstaff, a él no lo destierres de la compañía de tu Harry; desterrar al rollizo Jack es desterrar al mundo entero.

Harold Bloom  habla de la agresividad asesina del Príncipe,  pero otros autores, como Nuttall, piensan que Hal teme caer en la tentación de tener cerca a Sir John , lo cual sería catastrófico para sus obligaciones de rey.

 Yo pienso que el príncipe debió  recurrir a su máxima fortaleza para poder cerrar el ciclo adolescente y desvincularse de una personalidad tan poderosa, completando así su individuación, para poder ser un verdadero Rey de Inglaterra. Según había anunciado en su monólogo, llegó el momento en que, con un verdadero conocimiento de sí mismo y de la vida., asume su personalidad real. Falstaff ya no es más su sombra:  el sol se abre paso a través de la sucia niebla que lo ocultaba, y resplandece sobre el fondo oscuro de su pasado.

                                             Seminario de los Jueves
                                             12 diciembre 2013            

BIBLIOGRAFÍA 

Bloom, Harold, La invención de lo humano. Grupo editorial Norma S.A., Bogotá, Colombia, 2008.

Brandt, Bruce E, The Evolution of Shakespeare’s Falstaff,

 En Proceedings of the14th Northern Plains Conference  on Earlier British Literature, English Department South Dakota State University,2006.

Espinosa Fernández, E. y Vázquez Valdés F., Falstaff y el Mal Francés. Servicio de Microbiología. Hospital Monte Naranco. Departamento de Biología Funcional. Área de Microbiología. Vol. 4, Nª 7. Octubre 2001,

Jolande Jacobi, La psicología de C. G. Jung. Traducción de José Sacristán. Madrid: Espasa-Calpe S.A. 1963.

Margolies, David,   Monsters of the Deep: Social Dissolution in Shakespeare Tragedies. Citado en Bruce Brandt, 2006.

Nuttall. A. D., Shakespeare ,the Thinker, Yale University Press,        

London.

Pimentel, Luz Aurora, Enrique IV, En busca del rey ideal. Universidad Autónoma de México.s/f

Shakespeare, William, La primera parte del Rey Enrique IV, en W. Shakespeare Obras Completas, Madrid: Aguilar, 1951. Traducción de  Luis Astrana Marín.

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Shakespeare, William, Enrique IV, Primera parte. Buenos Aires: Losada, S.A. Traducción de Pablo Ingberg .

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Shakespeare, William, Las alegres casadas de Windsor, en W. Shakespeare Obras Completas, Madrid: Aguilar, 1951. Traducción de  Luis Astrana Marín.

Shakespeare, William, Merry wives of Windsor, en The complete works of William Shakespeare, New York: Books, 1947.

[1] Terciana; Calentrura intermitente que repite cada tercer día. RAE.        .
[2] Abandonado por la gracia de Dios